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Mostrando las entradas de 2011

Clic de la semana

Estimado señor Rodolfo, aunque no tengo el gusto de conocerlo y ni siquiera estoy seguro de su existencia, porque los carteles, como el papel,  aguantan todo y de todo. Y si bien en esta imagen se lee claramente el nombre Rodolfo, eso no asegura que un Rodolfo sea el dueño del negocio. Tal vez sea en honor al padre querido del fundador o de un esposo devoto y fiel -sí, existen algunos-. Siendo un poquito mal pensado, podría tratarse de algún lejano amor, de un vecino demasiado cariñoso, o de un dependiente siempre atento y servicial a los pedidos o caprichos de la dueña, si es que se tratara de una dueña. En fin, vaya uno a saber. Quién le dice que al propietario o propietaria no se le ocurrió nada mejor. Es más, de repente en todo puerto Callao y en las orillas habitadas de Yarinacocha -con sus caseríos y comunidades nativas-, no vive ni un solo Rodolfo, por lo que el inicio de esta entrada no tendría ningún sentido o al menos no el sentido que se le ha querido dar. Así que para

Clic de la semana

La cola de una ballena jorobada emergé prodigiosa de las aguas oceánicas de la costa norte del Perú. El paso de estos gigantes marinos se repite todos los años entre agosto y octubre, permitiendo o tentando a los viajeros a surcar las aguas, para ser testigos de uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta.  El lente de Explorando no podía quedarse en tierra y, hace unas semanas, zarpó temprano del muelle artesanal de Los Órganos (Talara, Piura), en la búsqueda de estos enormes cetáceos. Y fue emocionante surcar el Pacífico. Navegar entre la expectación y el relajo, aguzando siempre la vista, escudriñando el horizonte y respirando a plenitud los vientos marinos. La travesía fue exitosa. Un chorro de agua expulsado con fuerza -como si se tratara de un géiser hirviente- anuncia la presencia -una y otra vez- de las ballenas. La embarcación despierta, acelera, se acerca. Todo pasa con prisa. El corazón se desboca, pero hay que mantener o tratar de mantener la calma

Hoy es el día

Todos están invitados. Todos son bienvenidos a la presentación de Relatos del Perú. Así que anímese. Salga de la casa, róbele unos minutos al trabajo (los jefes sabrán entender) y enrumbe hacia el Centro Cultural José María Arguedas CAFAE-SE, para ser parte del lanzamiento oficial del primer libro del autor de esta bitácora; aunque, muchos -y vaya uno a saber por qué- quisieran que el "lanzado" sea precisamente el escriba y no su obra. Sea como fuere, la invitación está hecha. No hay excusas, estimados lectores. Allá los esperos, para conversar de periodismo y viajes, de crónicas y rutas, de la fascinante aventura de convertir en palabras e imágenes más de 10 años de travesías por el Perú. Nos vemos entonces. Será un gusto compartir con ustedes y, escuchar, también, las palabras de Juan Carlos Bondy (editor de Ojo Pródigo y cómplice en la aparición de Relatos) y de los periodistas viajeros Roberto Ochoa, fundador del recordado suplemento Andares, y Jesús Raymundo, un dif

Clic de la semana

Como si se tratara de una película de aventuras, una señorita vestida a la usanza inca, cruza el puente colgante Pucayacu, paso obligado en el camino pedestre que une los distritos de Llama y Yauya, en la llamada Zona Conchucos (provincias de Mariscal Luzurriaga y Carlos Fermín Fitzcarrald, Áncash). Paso a paso. Con lentitud. Aferrándose a las cuerdas. Calculando cada una de sus pisadas, la Ñusta avanza con sigilo sobre el puente maltrecho. "No mires hacia abajo", le gritan, le ordenan... pero es imposible no ver el vacío, la profundidad, los 20 metros de altura que la separan del cauce torrentoso del río Yanamayo. Tejido hace algunos años con las técnicas que emplean los pobladores de Queswachaca (el mítico puente incaico del Cusco), Pucayacu debe ser restaurado. Ese fue uno de los mensajes que propagó la I Caminata de Integración Mancomunidad Municipal Zona Conchucos , un esfuerzo andariego por los antiguos caminos del Inca, en el que Explorando participó activamente. 

El viaje de Relatos del Perú

Paso a paso y poquito a poco, Relatos del Perú empieza a difundirse en diversos espacios. Los diarios La República y El Comercio comentaron el libro en sus ediciones del sábado y el lunes respectivamente.  De la misma manera, fuimos invitados al programa En el ojo de la tormenta, que se emite los sábados en radio Exitosa. Allí fuimos entrevistados por el colega Rubén Sánchez (escúchela aquí y aquí ). En la Internet, las revistas Sentidos y Rutas del So l, hicieron mención de Relatos en sus páginas web, mientras que los alumnos del primer ciclo de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional Federico Villarreal, conversaron conmigo sobre periodismo, viajes y crónicas en el local central de dicha casa de estudios (vea la entrevista aquí ). Las actividades de difusión de esta nueva aventura periodística no se detienen. Esta semana se inicia el ciclo de presentaciones en diversos foros y claustros universitarios, habiéndose programado la ceremonia principal para el mié

Ya salió Relatos del Perú

No voy a reventarme cohetes ni echaré mano al destestable recurso del autobombo. No diré que Relatos del Perú está bien bonito o que es el mejor libro de crónicas de viajes publicado en los últimos tiempos. Nada de eso diré respecto al libro -recién salidito de la imprenta- que reúne 30 crónicas de viaje de mi autoría, publicadas en diversos medios de comunicación peruanos y extranjeros, entre los años 1999 y 2010. Lo que si haré, es pedirles disculpas a los lectores de Explorando . Y es que en mis afanes de autor y compilador, dejé de publicar en esta bitácora viajera durante varias semanas, a pesar de haber visitado distintos lugares en este lapso de tiempo. Espero me comprendan y puedan entenderme, como espero también, que compartan un poquito de la alegría que sentí al ver los primeros ejemplares de Relatos , una idea que nació en los caminos, en un viaje largo en un bus con escasas comodidades. "Y si junto mis crónicas", pensé aquella vez y me emocioné y me di cu

Clic de la semana

Ella no siembra flores. Las borda con hilos brillantes en las polleras, fustanes y chalecos de los danzantes que inician el jolgorio en las fiestas patronales.  Allí -entre los brindis y los rezos, entre los pasos sincopados de las parejas de huaylas y el andar controlador de los chutos- se impone el colorido de sus bordados, esos que ella hace con paciencia, puntada a puntada en su modesto bastidor. "Tengo trabajo todo el año", dice Soledad Rosales, mientras ilumina con sus hebras mágicas un pedazo de tela. Ella tiene razón. Las fiestas no escasean. Siempre hay un santito milagroso al que se debe agasajar con bailes y procesiones.  No solo en su distrito, Tomas, sino en el rosario de pueblos que son parte de la reserva paisajística Nor Yauyos Cochas (en las regiones de Lima Provincias y Junín) e, incluso, hasta en Chupaca y Huancayo, donde sus trabajos también son conocidos, se lucen, destellan en las celebraciones. Y eso que no tiene tanto tiempo en esta arte. "U

La huida del torero

Advertencia : los hechos relatados en esta historia son reales y ocurrieron en un pueblo de la sierra peruana hace varios años. El autor -vaya uno a saber porqué- ha preferido mantener en reserva el nombre de la localidad y de todos los personajes involucrados, incluyendo al astado que es uno de los protagonistas principales de esta historia. Y salió corriendo. Sí, rapidito se fue, como alma que lleva el diablo se fue. En dos papazos trepó el muro y salto. Agilito era o sería el susto el que lo puso así porque detrás de él andaba medio pueblo. La gente echaba chispas. Quería agarrarlo y no para pasearlo en hombros. Ellos se morían de ganas por meterle una paliza de padre y señor mío. La cosa se había puesto fea, como nunca antes en la fiesta. Bueno, también era la primera vez que venía un matador de la mismísima España. Eso le daba un gustito especial a la corrida y estábamos bien contentos. Sacando pecho y sonriendo de oreja a oreja esperábamos la llegada de los cargontes, las auto

Atención: dos ciudadanos polacos habrían desaparecido en Atalaya

Ayer por la mañana, recibí una comunicación del periodista polaco Tomek Surdel. En su mensaje, me informaba que dos de sus compatriotas habrían desaparecido en Atalaya (Ucayali), localida a la que arribaron con la intención de navegar en kayak hasta Pucallpa, la capital regional. En su mensaje, Surdel -editor de la página web Tierra Latina - mencionó que los presuntos desaparecidos serían los esposos Jaroslaw Frackiewicz (70) y Celina Mróz (58), quienes en viajes anteriores habrían realizado travesías similares en ríos de Canadá, India y Egipto, entre otros países. Hace unos minutos llegó a mi bandeja de correo, una comunicación del ciudadano polaco Pawel Jan Mróz, quien me hizo llegar la nota que transcribo a continuación y que confirma la expuesto en los párrafos anteriores. Explorando difunde este hecho para aletar a las autoridades peruanas y con el deseo de recabar información valiosa que permita develar el paradero de los deportistas europeos. Dos canoeros famosos desa

Cuando el viajero no quiere escribir...

Repite diez veces: debo olvidarme de las elecciones. Vamos. Dilo. Hazlo. Tú puedes… aunque sea un ratito, al menos lo suficiente para que escribas alguito y lo subas a Explorando. Hace semanas que no publicas nada por andar metiendo tus narices en la coyuntura política que -con sus olores poco fragantes o más bien putrefactos- te ha constipado el olfato viajero. No te distraigas. Ya, dime, cuántas veces lo has repetido. ¿Qué?, ¿una?… eso es ninguna o jamás has oído esa arenga clásica, infaltable y bien mentadita en cantinas de poca monta y chinganas de dudosa reputación… o al menos eso es lo que me han contado, porque –valgan verdades y sin querer pegármelas de zanahoria- aquellos lugares los “desconozco” mayormente.   En tu caso, me parece que la situación es distinta, pero tampoco voy a aprovechar este espacio para sacar tus trapitos al sol. Mi único propósito, por ahora, es hacerte reaccionar, entrar en razón y sacarte del hipnotismo en el que te encuentras en los últimos días y

De pimponista a viajero

Donde el autor se deja ganar por su nostalgia sanmarquina  y, exprimiendo su memoria, garabatea una de sus tantas anécdotas estudiantiles en la Decana de América que, a pesar de estar más que veterana -ayer celebró su 460 aniversario- sigue dando cátedra y marcando la pauta en el Perú. En San Marcos me estrené como pimponista de alta o baja -por mi tamaño- competencia, cuando fui parte del equipo de la facultad de Letras que participó en la olimpiada de Cachimbos del 90. No voy a engañarlos. Mi participación fue poco decorosa. Casi un debut y despedida y, a pesar que el recuerdo de aquella justa deportiva no es muy grato para mí, trataré de contárselos de manera objetiva.  Para empezar les diré, que el momento más trágico ocurrió cuando un inmisericorde estudiante de química, me metió una catana de padre y señor mío. Mientras esta se perpetraba, en el gimnasio surgió el rumor qué ese gordito jugaba en la selección nacional… el gordito, lamentablemente, no era yo. En qué lío me ha

Reflexión viajera: lo que soy, lo que seré

Soy quién quise ser o soy lo que la vida quiso que fuera. Soy consecuencia y certeza o soy el fruto del azar... la bolita lanzada por un crupier perverso y todopoderoso. Tal vez soy un poco de todo. Una mezcla de esto y de aquello. Soy inga y mandinga. Llano y altura, valle y montaña. Soy mestizo –o al menos eso creo- en un país de mil razas, en un país milenario, en un país aún fraccionado. Qué fui, qué soy, qué seré. Fui sanmarquino, como fui “diegoferrino” y de la 1100 y hasta una vez fui “rabanito” en el jardín Perú, donde una niña –ay qué atrevida, ay que descarada- me lanzó un piropo, el primero -¿el último?- que recibí en mi vida. Eso es pasado. Ahora soy un ciudadano gris en una nación de contrastes, en un mundo desastroso. Soy de los que votan en blanco, de los que viajan en combi, de los que dudan de Dios, de los que aman la paz pero conviven con la violencia. Soy hijo, hermano, tío, amigo y enemigo. Soy lector de textos que no escribo, admirador de fotos que no hago. S

Clic de la semana

No alardeaban quienes habiendo hecho la 69, describían su experiencia como fantástica y proclamaban entre sonrientes y exhaustos, su intención de repetirla, una, dos, muchas veces... todas las veces que pudieran. De tanto escucharlos y para no morirme de la envidia o algo parecido, me despojé de todos mis temores y decidí hacer de una buena vez la famosa 69.  Era justo y necesario. Uno ya no es un jovencito y si seguía dudando, fácil que cuando me decidiera a hacerla, ya no tendría el físico necesario o suficiente. Y es que se necesita estar en forma o medianamente en forma, para llegar al ansiado objetivo sin estar dando pena o lástima o, lo que es peor, sin disfrutar absolutamente nada de la fantástica experiencia.    Y aunque últimamente mi forma es... digamos media redonda, igual la hice y la disfrute y me sentí agotado, pero la intensidad de la 69 me cargaría de energías, tantas, que hoy me atrevo a decir y anunciar que volveré a hacerla, porque no hay primera

Un confuso adiós

Adiós. Me voy. Ya vuelvo. Hasta la vista. No me extrañen o mejor sí, extrañenme. Ya, ya, no pido mucho, que al menos alguien lo haga o, mejor, que solo ellas me extrañen; no, no, que digo, ella, el plural me hace quedar mal, como viajero conquistador que anda de pueblo en pueblo con inquietud y vocación de picaflor. Sí, que me extrañe ella… pero quién es ella o cuál ella o será que, tal vez, no hay ninguna ella. Qué fastidio. Qué horror. Nadie notará mi ausencia ni esperará mi pronto retorno. Bah, qué importa. Igual me voy y vuelvo, sin decirles adiós ni hasta la vista a las ellas que conozco. Mejor me reservo la despedida para ustedes, aguerridas lectoras y lectores de Explorando, que siempre están allí o supongo que están allí, siguiendo mis pasos andariegos, renegando porque a veces redacto medio o completamente enredado, o, lo que es peor, solo posteo a la muerte de un obispo como se dice. Y no es que tenga algo contra los obispos, pero así se están dando o presentando las cosas

Trabalenguas de votos

Y otra vez la misma cantaleta. Que votar es tu derecho, que votar es tu deber, que hay que votar sin miedo. Que no debes votar en blanco, que no debes viciar tu voto, que te cae la multa si no votas. Y te hablan sobre el voto de conciencia, sobre el voto democrático, sobre el voto por el Perú que ya nadie lo para; también sobre el voto perdido, sobre el voto estratégico, sobre el temible voto anti sistema. Y esos que se la pasan hablando sobre los votos de otros, se complican tanto con esto de los votos que al final malpiensan su propio voto. Y no faltan quienes te preguntan por quién vas a votar, quienes te discuten por qué vas a votar por ese, justo por ese, y quienes te aconsejan o te exigen que lo mejor es cambiar tu voto. Y es que si votas así: “electarado”. Y es que si votas asá: resentido. Y es que si no votas así ni asá: capitalista o pituco; chavista o retrógrada. También te alertan sobre que hay que cuidar el voto, que se pueden robar los votos, que los personeros anulan

Clic de la semana

Hace más de una década, cuando me despedía de Ayacucho por primera vez, un arco iris apareció en el horizonte de la vieja Huamanga. Al verlo tuve la certeza de que tarde o temprano, volvería a esa ciudad de nostalgias y tristezas que empezaba a sacudirse de las sombras del terror que acecharon sus calles y plazas, en las últimas décadas del siglo pasado. El pálpito se haría realidad. Desde entonces, retorné varias veces a esta tierra de eximios cantores y guitarristas, de hábiles artesanos y diestros panaderos que hornean la chapla, ese pan sin miga o corazón, igualito a "las mujeres huamanguinas", como aseguran con insistencia las voces del despecho.  Y en todas esas idas y venidas por los templos huamanguinos, por los talleres de los artesanos de Santa Ana y Belén, por las gloriosas pampas de Ayacucho y las calles eternamente silenciosas del pueblo de Quinua, el arco iris jamás volvería a aparecer. La semana pasada, los caminos me llevaron otra vez a esta región

Los novios persiguen a Explorando

No sé si será un indicio, una señal, un vaticicio o una mera casualidad. Sea lo que sea, he empezado a preocuparme. Y es que ya ha ocurrido dos veces seguidas, sin buscarlo y sin quererlo.  En mis años de viajero jamás había pasado algo así. Sólo encuentros espaciados que no me causaron ninguna conmoción, más bien fueron detalles pintorescos, simpáticos, de esos que sazonan las andanzas. Uno ocurrió en la pileta de plaza de Armas del Cusco, otro en Yanahuará, cuando los novios compraban caramelos a una ambulante, unito más en la isla de Anapia, donde toda la comunidad -más su yapita de turistas- fue invitada al festejo de tres días. Pero ahora la situación es diferente. Van dos viajes y dos encuentros. Uno en Tortugas -reseñado en la entrada anterior- otro en Trujillo, el sábado pasado, en plena plaza de Armas, en medio del corso por el LI Concurso Nacional de Marinera, cuando todo era un volar de pañuelos. Dos de dos. ¿Será una pérfida tendencia? El inició simbólico de un cam

Clic de la semana

  Varias horas después de la aparición bullanguera y polvorienta de " el aventurero " --un camión medio destartalado que espetó brumas de monóxido a diestra y siniestra en el desierto que encajona el mar de Tortugas (Casma, Áncash)--, una niebla espesa borroneó el fulgor veraniego, opacando al sol y convirtiendo a la brisa acariciante en viento alboratado. Cuando ese panorama se imponía y la nostalgia amenazaba con golpear al viajero, una voz inspiradora lo anima, lo alerta, le hace levantar la mirada hacia el horizonte mustio, hacia aquel espigón bastante maltrecho y acosado por la marea, en el que una pareja de recién casados, estrena sus sonrisas y ensaya sus primeros mohínes de esposos. Una imagen inesperada en una tarde escasamente pasional. Eso les importa poco a Maylín y Miguel. Ellos están frente al mar, acaso tan inmenso como el cariño que les llevó a unir sus vidas, a juntar sus caminos y esperanzas, a prometerse amor eterno e incondicional en una tarde de enero.

El primer clic del 2011

En una mañana de sol austero y niebla galopante, u n camión veterano y al borde de la jubilación, irrumpe bullicioso en el desierto marítimo de Tortugas (Casma, Áncash), una pacífica ensenada que despunta como un oasis en el horizonte norteño. De andar humeante, su estampa poco bravía despertó la atención del lente viajero de Explorando que, justo en ese instante, reflexionaba sobre si era pertinente que su clic inaugural del 2011, retratara a aquel pescadito frito con cebollita y tomate, que le hacía guiños desde un plato bien servido. Y en esas sabrosas y sesudas disquisiciones se encontraba, cuando apareció el camión amarillo con su tolva de madera y esas letras rojas que formaban la frase: El Aventurero; entonces, pensó que aquello no era una casualidad, sino uno premonición, una señal de los dioses viajeros -si es que estos existen-.  El pescadito podía y debería esperar. El camión, no. Tenía que ser la primera imagen del año porque su nombre se revelaba como una promesa

Simplemente Lima, la ciudad de todos

Ya pues. Despierta. Avívate. Mucho pensar y poco escribir. Ni que el aniversario de Lima fuera un tema tan complicado. Así que no te pierdas en elucubraciones y rapidito nomás redacta tus mil palabras. Nadie te va a creer ese cuento de que no tienes inspiración o que te falta una musa. Esas son tonterías, huachaferías de poetas romanticones sin versos y sin amores. Tú no eres poeta ni pretendes serlo. Tonto y huachafo quizás… uy, discúlpame por dejarte en evidencia; pero, volviendo al punto, no sé porqué te enredas tanto. Qué manera de complicarte. Si es tan fácil empezar con aquello de que fundada un 18 de enero de 1535 por el conquistador español Francisco Pizarro y que, desde siempre, es llamada la Ciudad de los Reyes o las Tres Veces Coronada Villa. Así de sencillo. Luego, coloreas tus párrafos haciendo referencia a Taulichusco, el último cacique del valle del Rímac, a Nicolás de Ribera “el viejo”, el primer alcalde; a Pancho Fierro y sus acuarelas costumbristas, a las enigmática